Enfado, Reacción útil o una pérdida de tiempo.
Una de las partes más importantes de la vida de todo ser humano es comprender que el mundo, en muchas ocasiones, no es, ni va a ser, como nos gustaría. Cuando esto sucede, existen diferentes tipos de reacción con las que podemos responder a esta realidad; una de ellas es el enfado.
El enfado lo manifestamos especialmente contra otras personas. Podemos estar enfadados con muchas cosas pero, en última instancia, siempre buscamos un culpable que identificamos como la causa o el causante de aquello que no nos gusta y que identificamos como el sujeto de nuestro enfado.
Sin embargo, a medida que nos hacemos adultos y adquirimos experiencia, vamos siendo conscientes de que el enfado no soluciona los problemas sino que, además, en muchos casos los puede empeorar con creces.
Como decimos, el enfado es una de las reacciones posibles por la que puedes optar cuando se trata de mostrar tu disconformidad con el mundo que te rodea.
Sin embargo, a pesar del propio enfado, el objetivo final del mismo es siempre hallar soluciones, no la mera recreación en el sufrimiento y en el propio enfado.
Elección personal
Por ello, en lugar de optar por enfadarte, ya que, al fin y al cabo, se trata de una elección personal que escoges (consciente o inconscientemente) lo mejor que puedes hacer es buscar otras vías de acción que te lleven a mejores resultados.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el enfado se dirige contra otra persona, ya sean familiares, amigos, profesores, jefes o cualquier autoridad, el enfado surge por el enfrentamiento con otra persona.
Por ello, lo primero que debemos hacer es facilitar la comunicación con la persona que es el receptor de nuestro enfado.
Sin comunicación es imposible que haya cambios y, lo que estamos buscando es un cambio a mejor, por ello, deberá haber comunicación y deberá además ser una comunicación positiva y constructiva.
La empatía y la asertividad
Para ello, es necesario partir de dos conceptos que debemos tener claros y que beneficiarán todas las partes implicadas: la empatía y la asertividad.
Cuando hablamos de empatía nos estamos refiriendo a la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona mientras que, cuando nos referimos a la asertividad estamos haciendo hincapié en reconocer que como sujetos tenemos unos derechos básicos que debemos defender.
Esto significa que debemos practicar la empatía para comprender a la otra persona pero que, de la misma manera, la otra persona debe reconocer nuestros propios derechos asertivos.
Desde esta situación, habiendo propiciado un clima de ecología mental y haciendo uso de la comunicación, se podrá establecer un diálogo que nos permita trabajar en la dirección correcta para evitar el conflicto y encontrar la solución al problema que subyace en la causa del enfado.